Terminado bachillerato, todo alumno debe plantearse a qué debe enfocar su vida futura. El dilema en muchas ocasiones oscila entre dos posibilidades: la utilitarista, es decir, encaminarse a una vida laboral "sólida", una carrera de futuro; o la idealista, es decir, dirigirse hacia terrenos pasionales en muchas ocasiones alejados de toda utilidad (pese al disgusto que puedas generar en tu entorno), y seguir la senda de la incertidumbre.
Como historiador y profesor, se de primera mano que los conocimientos humanísticos pertenecen a ese segundo ámbito. Cada día, menos alumnos se involucran en el mundo de las artes y las letras para caminar en dirección al mundo de las tecnologías y el saber científico.
No obstante, ésto, que supone el canto dramático de muchos otros, para mí, personalmente supone un reto y una oportunidad.
Conocer el desarrollo de los acontecimientos pasados puede ser hoy en día más útil que nunca. Siguiendo las referencias del sociólogo Zygmunt Bauman, nuestro mundo actual "líquido", en constante movimiento y transformación, necesita de unas estructuras sólidas para no perder de vista una realidad objetiva: que el camino hacia el futuro debe realizarse conociendo los hitos de nuestro pasado.
El reto propuesto a través de este blog, por lo tanto, es doble:
- Como historiador, agitar los fantasmas de obsolescencia que se ciernen sobre las humanidades, siempre desde una perspectiva de optimismo. Se puede dotar de utilidad a los conocimientos clásicos, entendiendo que la utilidad no tiene por qué ser práctica (y sino, lean a Nuccio Ordine y su Utilidad de lo inútil).
- Como docente, poner en valor que los saberes sobre Historia, Geografía o Historia del Arte son capaces de ofrecer algo que prácticamente ningún saber científico-técnico puede dar: el conocimiento del ser humano y la génesis de una perspectiva crítica con respecto al mundo pasado, presente y futuro.
En este blog, plantearé cuestiones teóricas y prácticas para el desarrollo educativo en el siglo XXI, pero sin perder de perspectiva aquello que ha acontecido en el pasado, para aprender de ello y llevarlo a la praxis.
Al ávido lector que esté ahora mismo leyendo estas líneas, le pido que me acompañe en este camino en que discurriremos una senda compleja, pero enormemente atractiva: la de la reflexión. Y reflexionar hoy en día es un acto revolucionario.
Comentarios
Publicar un comentario