Se pueden sacar conclusiones de prácticamente todo lo que se observa. Las imágenes nunca son inofensivas. Quizá es algo aparente, superficial. En otras ocasiones, es más difícil de encontrar y hace falta estudiarlas en profundidad.
Por ejemplo, las imágenes clásicas griegas de los Galos moribundos representan a los combatientes no solo al estilo griego helenístico, con drama y perfección técnica, sino que leyendo entre líneas se puede apreciar como mandan un mensaje: nosotros griegos hemos sido capaces de derrotar en combate a estos enemigos gloriosos. Si ellos son unos luchadores feroces, físicamente muy fuertes y de un valor enorme, nosotros que los hemos derrotado, somos los mejores.
Aquí es donde llegamos a Goya. El pintor supone un salto cualitativo, a mi modo de ver, con respecto a lo precedente. No quito por ello valor artístico a las obras precedentes, ni mucho menos. Pero con Goya llegamos a una cuestión que, a nivel docente, me resulta muy apetitoso analizar.
Este resulta ser un pintor de crítica social, hasta el punto de ser capaz de ridiculizar en un cuadro a toda la familia real sin que ello supusiera desprestigio alguno para su persona. Realiza un gran análisis psicológico de las obras, por lo que trasciende lo material de la misma para adentrarse de forma absolutamente clara en el fondo de la cuestión. No fue el primer autor en hacerlo, pero sí el que más me gusta personalmente.
Obras que supondrán la piedra sobre la que se levantarán los movimientos artísticos contemporáneos, tales como el Perro Semihundido, reflejan la intención del autor de abstraerse del arte representativo, para introducirse en el análisis figurativo.
Esa capacidad de generar un arte original, y además de trascender el mismo para lograr crear un mundo interior en sus obras, es lo que me ha hecho formularlo como título de mi blog, porque mis asignaturas van de eso.

No se trata de observar, de ser capaz de recitar memorísticamente, o de copiar lo que ya se ha hecho anteriormente. Quien piense que la Historia se estudia para esto, ignora la finalidad de la misma. La Historia, la Geografía o la Historia del Arte son unas armas muy eficaces para enfrentarse con el presente y el futuro.
Frente a aquellos que claman sobre lo desfasado de la enseñanza de estas asignaturas, hay que afirmar el potencial de las mismas para ver más allá de lo que realmente aparece representado.
La Historia nos enseña a reflexionar sobre nuestro presente, partiendo del pasado, para ver qué dirección estamos llevando para construir el futuro.
La Geografía a observar las dinámicas con que nos hemos desarrollado, y ver los intereses que aparecen reflejados tras de ellas, y a conocer nuestro entorno físico para ver sus potencialidades.
La Historia del Arte nos enseña dónde se ha encontrado el poder en cada momento de la Historia. También ha generado unos movimientos recientes que hacen cuestionarse el concepto de belleza.
PD: Le he "robado" el título a Julius Langbehn, que en su libro Rembrandt como educador clama contra la superficialidad para exigir un análisis más profundo del arte. Me parece acertada esa idea (no todas las que expone, puesto que tiene cosas muy imperialistas en sus análisis), de exigir una mayor reflexión en una época como la actual, de la que hablaré en futuras entradas.
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